Asteriza, Asteriza
en el desplome estás tú
Asteriza
Has dado un brinco al desierto
con la jarra
vacía.
¿Dónde has caído, Asteriza?
En la memoria de los que ya
dejamos de ser niños.
En la lengua, esa palabra
llorando.
¿En qué país deliras y das pasos
de ciega?
Y a qué sepelio te unes
sacrificada
sí
moribunda:
la siempreabierta de huesos.
El balcón como un ataúd
colgando
por el peso de este mundo.
La noche violada por un dios
incestuoso
la noche vomitando por su boca amuecada
lo innombrable:
esa pena detenida
en el tiempo
esa enfermedad incurable
esa tristezaterminal que llevamos
como llaga profunda.
El dormitorio
destrozado a la espera
de nadie
con el televisor retratando
tus lágrimas
y ese espejo
recostado
en el abandono.
El living con su secreter tapado
en polvo
al cuidado de una llave perdida
que lo abra
en aquel acto
el menos violento de las palabras.
La estantería venida de
la muerte, saliendo de
la muerte para entrar
a la muerte con ese dolor
el que se siente cuando se vela a Dios.
Asteriza, Asteriza
agonizando estás tú
Asteriza
Saltas y mueres de muerte
ciega.
Has tardado en llorar tu cárcel
la piedad no se ha hecho presente
en las avenidas que te conducen
al último golpe.
A qué nombrar tus ojos
entonces
a qué detenerse en el silencio descuidado
de los muñecos
a qué jurar en vano el hambre
de las jaulas
con ese aullido oculto de animala
y con esa certeza de monja fragmentada
Asteriza
tú
la In-vidente.
No hubo un vínculo celestial
que inundara tu cuerpo
lo cogiera con resignación
y lo llevara al comienzo o al fin
de la partida.
Con los pies hechos tira y el corazón
hachado
fuiste caminando:
viajando ciudades que horrorizan
aldeas que babean
su mentira.
Te acercaste a la muerte de la historia
y bebiste humillada las culpas.
¿Qué hiciste para evitar tu extinción
ya sentenciada antes
de abrir los ojos?
Con ese extraño deseo de quedarse
hasta el fin del sacrificio
corriste a presenciar
la estridencia:
había mendigos en cada esquina
que volteabas
niños resignados a lo que
quedó
después de aquella fiesta:
Jesucristo no tiene culpas
el crucificado sollozó
en esa muerte pública.
Nada te refugia
la extremaunción es culto
en tu camino.
Demasiada inquietud en las calles
demasiada como coágulos
nocturnos.
¿Acaso el crepúsculo, la amanecida
esos árboles o las flores del jardín
fueron apagándose
como se apaga la vida
para luego arrastrarse
en cáscara de oruga por las avenidas
sin retorno?
Es la línea continua del viaje
el silencioso piar de los pájaros
mórbidos
de los hombres muriendo
con sus máscaras y sus diablos.