viernes, 10 de julio de 2015

Poema de Rodrigo Verdugo


CIENTOVEINTICUATROAVO ANUNCIO    
Entre sepulcros y estrellas se cosían nuestros juegos”,
                                                                                                                                                
Astrid Fugellie

Tienes el espíritu pegado a la lengua y dices paloma, costado de vigía
Dices cabellera creciendo sola en el matorral numinoso
La neblina brota dolorosamente
Puro eco, eco que es la armadura de la voz
Ante esa cicatriz de animal que deja lo indecible.
Callas de tu ala translucida
Callas del plano de seres trizados que sacian a las estrellas 
Mañana deberás estar sentado bajo una decantación: arena, riscos, cunas y hados
Así te verán por siempre.
Tener el espíritu pegado a la lengua
Seguir por todas las enramadas esa cabellera que crece sola  
Que vuélvese más fina en el matorral numinoso de lo púbico
Daría todas mis sobredimensiones por ese brotar doloroso de la neblina
Dícese exhaustamente dentro de la paloma,
Yo haría sumas con números terroríficos
Dícese vislumbradamente en ese costado de vigía,
Tan pegado el espíritu a la lengua
Tan translucida el ala de lo que callamos
Tan templada la armadura de la voz que es el eco
Tan fino el cabello tapando justo esa mitad de hado que tiene la cuna
Tapando la cicatriz de animal que alabamos
La cicatriz de animal que hará que regresen los astros
Lo que se vislumbrara desde cada hado, cada cuna y matorral numinoso
Cualquiera de estos días, si atendemos con cierta precaución a esas sumas de números terroríficos
Agujereamos jorobas y las ocupamos como flautas
Tocamos la melodía que ensancha el hado sobre la cuna
Que enaltece los riscos para que no vuelva a callar del ala translucida
La voz se saca su armadura
Ellos se sacan el sombrero ante la prehistoria de cada ángulo
Enramada de lo que no se olvida
Desde la cuna vi el brotar doloroso de la neblina
Pero llego la noche en que no se pudo callar del plano de seres trizados que sacian a las estrellas
Y allí en el matorral numinoso empezó todo
Todo debajo de una cabellera, debajo de cabellos cada vez más finos
El claro del hado, una cicatriz de animal alabada con toda nuestra sangre
Rodando en el costado del vigía
Hasta que el espíritu se pego a tu lengua
Y dentro de la paloma previste el regreso de esos astros
Aunque ya mañana
Deberás estar sentado bajo una decantación: arena, riscos, cunas y hados
Así te verán por siempre.



Rodrigo Verdugo