Las
magas náufragas colgadas del ocaso,
entre
el cielo y los pájaros, día a día miran, y
las
miradas van cayendo sobre las tejas de
todos
los asilos.
Quienes
las hayan visto
vieron
a la virgen que no tiene descanso,
sufre
de estrés, y
se
duerme en el lecho con la frigidez
de
la luna.
Yo
busco a la virgen que coló de mi pecho
porque
las viejas señalan que ella existe, y
le
prenden tres velas.
Luego,
se
persignan:
…en
el Nombre del Padre, del Hijo, y del
Espíritu
Santo…y, rezan pero a ella la
omiten,
a
pesar de las tres velas.
No
debo ser Maga, pienso, quizá sea la
virgen
crédula del
Dios
asexuado, y de su asexuado Hijo, el
Espíritu
Santo me tiene sin cuidado, ya que,
por
su obra y gracia,
el
mundo se nos viene
abajo.
Del
libro Llaves para una Maga, (cap. Llave de Cruz), de
EDITORIAL