miércoles, 18 de febrero de 2015

El laberinto


   Por las veredas,  

las bailarinas parían un canto que a nada

   conduce, salvo

al laberinto.


   Las mozas penden, las  unas

las otras,

   de esa calle rara y carente de embrujos.


   Ventea el misterio,

apaga la calle

   y hay manchas andando sus lutas esquinas

por momentos:- ¡voces!  

   y el magnolia demacra

y los títeres desangran.


   Se percibe el riesgo,

la calle está en negro, y
  
un cuerpo camina la vía desierta,

entre musgo viejo cadencia

   su alma

y a nadie le importa, salvo

   al laberinto.


   Todo pende de hilos confusos,

todo,  alma y destino:-¡cómo si no

   padeciéramos  el mismo castigo!



Astrid Fugellie
 Del libro Libro del Mal Morir (2015)