La luz, ligeramente opaca después
de la velada.
Quizá fue idea, o el fluorescente del kit-
chener la amarga.
Alguien, tal vez un hijo cambió su
ampolleta blanca:
pero nadie entra desde que salí, la
familia no existe, los niños no
llegan.
La luz, ligeramente opaca después
de la velada.
Quizá fue idea, o el televisor la
amarga.
Alguien, tal vez un hijo cambió su
ampolleta blanca:
pero nadie entra desde que salí, la
familia está muriendo, los niños
no vuelven.
Mi corazón raptado por las luces
de otra fiesta.
Astrid Fugellie
(del libro inédito, LAS
FLORES DEL MORIR)