domingo, 10 de octubre de 2010

La desollada

• Vivirás las costas que dan a la Isla
de los Fuegos.
Soy huesa santa, me parieron aquí,
sin consulta previa.
Me vomitaron y después dijeron:
• ¡Salud!, hasta que te crezcan
gusanos y flores.
Óyeme, mírame desollada:
El primer hueso indigno que llevo puesto
es la cicatriz en el vientre que me trajo.
A la Fiesta Negra, el segundo hueso,
el tercero
y los despreciables que le siguen
se dejaron caer en advénticos discursos:
• Formarás una familia de dos hijos varones, un perro sin edad aparente y un conejo que de improviso morirá destrozado por el hocico necio del canino.
Me movilicé, entonces, arrastrando
el tintinear de mi osamenta,
tajada de campana que llama a misa de gotitas
a animales y muecas.

La Visión


Esa sombra que camina por pasillos sueltos de amarras,
nadie la estanca,
nadie.
Esa sombra que lleva al hombro el desapego de los huesos
ahuecados,
nadie le hace frente,
nadie.
Esa sombra que abarca el misterio de una servidora
callada de nombre,
nadie la regaña,
nadie.
Esa sombra que se asoma por la ventana de enfrente
como un dios pecaminoso, marginal.
Esa que me hace guiños con el cuerpo castigado.
Esa visión, de pies a cabeza,
tan igual a la mía.

Retrato

La niña que se esconde
detrás de la lluvia,
la entregada a los misterios
del agua.
Así,
cuando el secreto se descubre
en algún océano
que nunca vuelve.
Sobre su techumbre cantaba el Dueño del Mundo

Manifiesto



                                       a Estela
La vieja, dicen,
la vieja de agua sucia,
escupe palabras a diestra y siniestra,
o conversa con el silencio a medio
arrodillarse.

La Loca, dicen, la que se alimenta de
vino porque el pan ya no lo traga.
La Loca, vieja loca del cáliz,
"Más buena que la cresta", dicen,
pero loca.

Amortajada en aguas benditas camina
por los troncos del olvido, tambaleándose
para re-buscar algo que la vuelva hombre
de pelo en pecho, o mujer de pecho
desnudo.



 (de "Llaves para una maga")