Por Carmen Berenguer
Editorial La
Trastienda, Editorial Asterión. Poesía.
Autora:
Astrid Fugellie
Nuestra
poeta ha publicado ya varios libros de poesía, entre los que destacan todos,
pues en un una poeta ya y que este y aquel tiempo nos da el espacio en el que podemos
titubear cuando joven y a medida del tiempo esta artesanía de la palabra se va
haciendo y en cada libro de Astrid se nota.
Porque si
bien es cierto que hubo un suspenso público, en la intimidad no lo hubo y eso
se ve en el refinamiento de los trazos como si dibujase las palabras. Y en este
prolijo libro de la autora se observa en cada verso y en cada prosa, verso
hecho prosa y prosa hecha rosa, como en un jardín donde se vislumbran los
amores y en un libro donde se pierden. Eso es este libro:
Despertar
de un sueño, no de gran sueño con que las mujeres en la cultura patriarcal
despertamos y lo llamamos finalmente, mal sueño.
Y el
comienzo es con un epígrafe que nos dirá y nos sorprenderá como una de las
razones del relato de este: Mal morir.
“Y luego
un día, no habrá nada que escribir, nada que leer, sólo existirá lo
intraducible de la vida de ese muerto…”
Marguerite
Duras. En la pág, 09,
Arte
Poética, su razón de existencia literaria y esa intersubjetividad que es el
recordar y la pregunta es cómo es el recordar el asomo de una imagen que se
asoma por otras vías otros puentes, una fragancia, una imagen, un objeto?
“El canto
de una infancia retenida/ en los sótanos y esa historia/ de los Círculos
violentos, geometría/ de palabras deletreando misterio/ en jornadas de reglones
y silencios.
La imagino
escribiendo esos renglones y esos silencios, como hemos sabido, como lo hacía Gabriela Mistral, en sus rodillas
y como generaciones de mujeres han escrito estos renglones en aflicción, en
premura; atávicos retos que nos inflige el oficio. Este escribir su tiempo.
Esta mala prosa
de la vida, reforzada de poemas, podría concebirla como la novela de la poesía
de la vida, para no desangrarse.
Astrid Fugellie,
lo narra y lo interrumpe con versos o se hace posible de ser conversa en ese
diálogo ininterrumpido que lo sustrae el verso, podríamos decir que ambos se
solidifican en una narración.
Eso es
este libro prolijamente sostenido en siete partes.
Los
designios, la primera parte, la infancia en verso: la niña, la niña chiquita
con la camisa sangrando/ sangre, sangre como la sangre…
La noche
sola y sin memoria págs., 38, 39. La
casa.
¡Este
libro de verbo sinnúmero e ilustraciones que iluminan esos sustantivos y que
viene en esa cueca niña!
Qué
rendijas se vislumbraron debajo de los cobertizos de las ventanas y de las
múltiples formas de los versos y cuartetas; resumen un tiempo que escogió el
espacio para una auto reflexión que expresa en el prolongado ejercicio
literario de Astid Fugellie. Con el fin de entregarnos un soberano producto
literario, realizado en un lenguaje en espiral de ramadizo por el que la
enredadera la hará subir al techo de este libro y se esparcirá por el viento de
los vientos.
Pareciera
que estoy de vaticinadora, y sí, es la revelación de una autora que cada libro
la eleva por su tenaz movimiento en espiral en el que seguirá soñando. Porque
como nos previene Benjamin, de quien esta reflexión es para los jóvenes y
pienso que es para las mujeres: “Debido a qué preludio nos privamos al fin de
nuestros sueños? Pues con mano ligera los dejamos de lado, ahí, sobre la
almohada, los dejamos detrás mientras algunos revoletean aún en el silencio en
torno a nuestra cabeza levantada. ¿Cómo nos atrevemos los despiertos a llevar
los sueños a la luz? ¡Oh!, a la luz! Todos nosotros llevamos en efecto
alrededor los sueños invisibles”.