Le
digo al televisor:
nos
comprendemos bien
tú
con las imágenes recién lavadas
yo,
con mi silencio.
Ambos
nos apagamos
tú,
con el frío de la noche
yo,
por el cansancio de mis ojos.
Le
digo al televisor:
hoy
nos entendemos mejor que nunca
tú,
con las noticias del invierno
yo,
con mi devastador aguaviento
y
en el anochecer tu sombra y la mía
besándose
en el resplandor de la pantalla.
Le
digo al televisor:
esta
noche nos hermanamos
tú,
con tus cadáveres delante de la pared, y
ese
ruido casi dulce
yo,
con mi insomnio frente al ventanal
a
punto de caer
junto
a los goterones de la lluvia.
Astrid
Fugellie Gezan
Del
libro inédito “La buhardilla”