domingo, 23 de noviembre de 2014

Texto enlutado_dos


           poseída por el texto, su límite y su rincón

sombreada  perdida,

…la sangre...




   sobran causas para escabullir al texto:

sus obstinadas letras,

o pudiera ser el lenguaje mera maraña…?


   sin embargo,

él se larga como un mirador ya aviejado,

una tumba,

una animita al fondo del camino.


   esconderse, sí, escurrirle como

aciertan las mariposas nocturnas,  

como sintetizan cuando caen sobre el fuego,

roja y candente lengua larvaria, a fondo, ¡sí!

a la esencia misma de la hondonada,

y fluir y pasar dejando en el camino

su huella miserable:

un salmón negro yaciendo a la intemperie

junto a las piedras heridas.


   una puede perderse en sus  palabras, ¡caramba!,  

sea porque gotean sangre turbia,

o la luna se aparece como un ojo desollado.


   o porque cambiamos de rostro,

o carecemos de nombre

y sufrir este duelo nos devuelve al origen.


   y entre el apagón de la macró polis,

y el derrumbe de la nevada colándose por

las ramaderas,  

una puede perderse en cada verso

hasta arrodillarse frente a  él

para llorar a gritos, o para tragárselo a silencios…


   porque tus textos te calan a fondo, ¡dios!,

porque llevan marcas temibles y terribles

y cielos consternados y muertos

enroscándose  como orugas.


   porque en ese ripio de voces, de aullidos,

hay almas del espanto fugándose,  

gentío que te hace y deshace confusa.


   porque nada ni nadie te acoge de parte

del Madre.


   porque todo irrumpe así, como un evento

siniestrado,

y tu destino te hace barro,

hace polvo,  te lo digo,

y tus libros aprietan de ahí, y huyen pavoridos,

con el pecho muy amargo entre las piernas




Astrid Fugellie, del libro ARCHIVO, Santiago de Chile, 2015

Versos de "Dioses del Sueño"


Es mejor vivir la última tentación que permanecer entre las dos páginas de la muerte. Las puertas del Cielo o del Infierno no difieren.

Astrid Fugellie 
Motas, del libro Dioses del Sueño, Editorial Cuarto Propio, 1991.