poseída
por el texto, su límite y su rincón
sombreada perdida,
…la sangre...
sobran causas para escabullir al texto:
sus
obstinadas letras,
o pudiera ser el
lenguaje mera maraña…?
sin embargo,
él
se larga como un mirador ya aviejado,
una
tumba,
una
animita al fondo del camino.
esconderse, sí, escurrirle como
aciertan
las mariposas nocturnas,
como
sintetizan cuando caen sobre el fuego,
roja
y candente lengua larvaria, a fondo, ¡sí!
a
la esencia misma de la hondonada,
y
fluir y pasar dejando en el camino
su
huella miserable:
un
salmón negro yaciendo a la intemperie
junto
a las piedras heridas.
una puede perderse en sus palabras, ¡caramba!,
sea
porque gotean sangre turbia,
o
la luna se aparece como un ojo desollado.
o porque cambiamos de rostro,
o
carecemos de nombre
y
sufrir este duelo nos devuelve al origen.
y entre el apagón de la macró polis,
y
el derrumbe de la nevada colándose por
las
ramaderas,
una
puede perderse en cada verso
hasta
arrodillarse frente a él
para
llorar a gritos, o para tragárselo a silencios…
porque tus textos te calan a fondo, ¡dios!,
porque
llevan marcas temibles y terribles
y
cielos consternados y muertos
enroscándose
como orugas.
porque en ese ripio de voces, de aullidos,
hay
almas del espanto fugándose,
gentío
que te hace y deshace confusa.
porque nada ni nadie te acoge de parte
del
Madre.
porque todo irrumpe así, como un evento
siniestrado,
y
tu destino te hace barro,
hace polvo, te lo digo,
y
tus libros aprietan de ahí, y huyen pavoridos,
con
el pecho muy amargo entre las piernas…
Astrid
Fugellie, del libro ARCHIVO, Santiago de Chile, 2015