Era la noche, era de espíritu la noche,
y era tu
cuerpo
era de espíritu tu cuerpo llegando
a mi lecho
sentándose atormentado
derrumbándose:-¡lo vi!
Supe entonces que vagabas alma en pena
vagabas.
De algún modo me sorprendías: -¡existe!, dije
aquí allí
bajo el agua del jarrón,
frente al
muro de la pieza,
sobre el anillo de la luna:-¡no lo sé!
En mi dejaste
una gruta sin
término en el vientre.
Astrid
Fugellie Gezan
De “Libro del