miércoles, 4 de diciembre de 2013

Des_titulada


                    I


duermes a sobresaltos entre cirios

y retratos diezmados.

duermes con    nadie.


eres sombra, una mirada antigua

un ángel despidiendo a los lirios.


en la oscuridad te deslizas curvada.

rama quebrada por abortos delirantes, por

traumáticos partos.


acechas los cambios a-nochados, do-

loroso asombro, ay: -¡desazonada!.

                        
                       II


así, imploras tu vieja oración a 

las paredes, y a los muros que des-

bordan.


la cruz  es a tu rostro como el re-

cinto ausentado, a tus ojos:- ¡ausenta!.

                        
                         III


azotar necesitas entre los e-

cos, necesitas a tu madre desan-

grada. necesitas a las fatídi-

cas nodrizas de tu nostalgia. el len-

guaje te urge: una campana puntúa 

en las huellas de la mano. puedes col-

gar un pájaro al tenebrario. pue-

des agregar el fuego a sus trece li-

rios. puedes ser la maldita suerte de 

los poetas.


                         IV


acaso, ya no ocupes la antesala de

los ojos cerrados, los cerrados 

ojos no toleran lamentos. la muer-

te no se perpetúa ni en los bailes 

ni en la fiesta sobresaltada: ella 

guarda el secreto del otro lado de

la vida, y la llovizna se vuelve 

aselada. ave ciega te semejas o-

misión, sala oscura, ¡la precaria!. 


                       V


agonía, ¡ay! no concibes te veas en 

la memoria de los sueños.  en la a-

legría de otros ojos dormidos. e-

res un retrato vuelto hacia la pa-

red, aquel que voltio con un sonido 

extraño y en la zurdera, dudó 

hasta en el momento de caer, ya vacia-

da      al

vacío. 






Astrid Fugellie

del libro inédito, LAS  FLORES  DEL  MORIR