domingo, 12 de agosto de 2012


Siddharta (Hermann Hesse)
La novelas de Hermann Hesse siempre me han enamorado, acaso por su angustiosa búsqueda del “yo profundo”, acaso por esa subyugante escritura mezcla de lirismo clásico, realismo mágico, a mi entender, a modo de Franz Kafka o aquel existencialismo que identifica y desgarra.
Nunca ajena a estas dos improntas, en aquella hermosa etapa de mi juventud (que tan cara se paga) quizá por su belleza, recuerdo haber leído por primera vez Siddharta, cuya textualidad no estuvo ajena al acto del amor. Entonces, recuerdo yo caminaba mi propia búsqueda en alas (en aquella intersubjetividad del adolescente)  de un destino mejor para los hombres.
Ya, cerrando etapas, vuelvo a releerlo y Siddharta me vuelve a subyugar por los dos motivos antes expuestos y un tercero: su imperiosa vigencia en un mundo globalizado, donde el modelo neoliberal ya desatado en su máxima expresión (se debe tomar en cuenta que este modelo existe desde el S.XII DC) sólo causa inequidad y fratricidio, injusticia y valores de segunda y tercera mano que nos ponen en jaque desolador.
La alegría que nos produce contemplar un sistema metafísico, el contento que proporciona ver organizado espiritualmente el mundo, son actos eminentemente de naturaleza estética, ya que tienen el mismo origen que el placer, que la satisfacción elevada y, en el fondo, siempre serena con que obsequia la acción del arte, acción que introduce orden que da forma, que transparente y abarcable con la mirada, la confusión caótica de la vida.
Hermann Hesse inició Siddharta en el año 1919 luego de retornar del oriente, viaje que le dio “una profunda reverencia por el espíritu en su forma India y en su forma China”.
Hesse demoró cuatro años en escribir Siddharta a diferencia de Demian que surgió en el periodo de unos pocos meses en 1917.no fue sino hasta 1922, después de modificar por completo sus opiniones sobre la India, cuando Hesse finalmente termina esta novela y la publica.
Siddharta es en esencia un bello y vívido paisaje del alma; así como Siddartha se entera de la totalidad y simultaneidad de todo ser –hombre y naturaleza por igual- así también el desarrollo del alma se expresa por en términos geográficos y, a su vez, el paisaje se refleja en el rostro humano. El libro consigue una unidad de estilo, estructura y significado que Hesse nunca llegó a lograr con tal perfección después de éste.
Claramente la estructura de esta, para mí, bella novela  o “poema índico”, como el propio autor la define, dado su lirismo simbólico, se divide en tres etapas que abarcan dos años cada una; la primera parte nace al ámbito del espíritu del río (río como  símbolo de la fluidez y de la síntesis); la segunda da cuenta de la naturaleza y los sentidos al otro lado del río y la tercera es aquella que transcurre junto al río y que representa la síntesis entre naturaleza, espíritu, unidad, totalidad y simultaneidad de todo ser y en consecuencia, el logro de la plenitud al afirmar la totalidad del mundo y al aceptarla como parte de sí mismo y al aceptarse a sí mismo como parte del desarrollo del mundo.
Cito “… y en ese momento sintió, más profundamente que nunca, la destructibilidad de cada vida, la eternidad de cada instante…”(“El Barquero” última parte).
Cuando la verdad y la belleza está presentes en un libro, éste sin duda constituye un regalo donde está inserta toda virtud , toda justicia, toda bondad y toda nobleza de ánimo porque, verdad y belleza son recíprocas, porque la belleza sin verdad es una quimera vacía y, en esta verticalidad de subjetividades y fenómenos radica, para mí, el verdadero valor de Siddartha, de su seducción, de su notoriedad, de su necesaria y natural connatural expresión bella de la esencia más íntima, de sus tensiones, naturaleza emocional que oscila entre contrastes violentos, entre instinto y espíritu, entre pasión y redención.
Es, es suma, una naturaleza dinámica que no puede revelarse más que en forma de belleza, de poema… y creación de la verdad que no puede ser más que algo muy personal, algo que convence por la fuerza de su carácter vívido y sufrido y que hace que en el instante de finalizar su lectura, desde las regiones más recónditas del alma, un sonido, una sílaba de pronto silve y haga musitar aquel sagrado y misterioso “Om” que significa “lo perfecto”, “la realización”.
Cito “…¡Om!y volvió a tomar conciencia de Brahma, de la indestructibilidad de la vida y de todo lo referente a la divinidad, que ya había olvidado.
Sin embargo, aquello sino un instante como un relámpago. Siddharta se dejó  al pie del cocotero, abatido por la fatiga, y murmurando la sílaba sagrada, apoyó su cabeza sobre las raíces del árbol y sumióse en un profundo sueño” (“A orillas del río” última parte).
1.- Verdad como sinónimo que siempre será de carácter subjetivo y nunca universal.
2.- Belleza como lo bello y lo feo, en lo feo tómese en cuenta las “Pinturas Negras” de Goya, “Autoretrato” de Vincent Van Gogh, “La Cantina” de José Guadalupe Rosada, “El Grito” de Edward Munch, etc.
Astrid Fugellie Gezan
Poeta.

TRAS   LA   VENTANA  

DIVAGACIONES   A   LA ESPERA   DE   UN   ARCOÍRIS

                      

                        “Las polillas en la ventana:
                         pequeños, pálidos telegramas del mundo.”

                                   (Tomas Tranströmer)



misterio adherido al espiral de aquel sueño

imposible


vacío que antecede y procede al montaje vacuo

de un rosal en blanco y negro


sensación de sobra y de falta cuando lloras una muerte

después de la lluvia


apunte de hogares tajados, acaso dios

se nos fue al otro mundo…


línea arbitraria de un espejo ya devueltos

sus rostros en carboncillo


lenguaje que cierra y abre analogías de nombres

robados y distraídos


anticipo de un insecto descolorido en su eterno

retorno


temática de relatos inconclusos al final

de las sombras errantes


apego a la existencia recreando su imagen criminal

y delirante


circuito infinito de la vida y de la muerte


ojos opacados a la espera

de un arcoíris



                       (versos para la pieza Piacévole del
                         Compositor Wilfried Junge)  



Astrid Fugellie
     Poeta