Presentación de Astrid
Fugellie del libro “Bitácora.com”, de Juan Eduardo Esquivel.
El oficio de poeta, así como el del
académico que contribuye a la sociedad con su labor inasible, nace, y luego se
hace no tan solo con un soplo divino sino, y además, con un trabajo constante,
continuo, responsable y sostenido en el tiempo, cito: pero se trabaja exactamente con barro y con sueño…, como sostenía
en su Ecuación, Canto de la Fórmula Estética, nuestro barroco Pablo de Rokha.
Entender
la voz de quién nos convoca, el poeta y académico Juan Eduardo Esquivel, requiere
conocer someramente ciertos hitos que conllevan su vida, lo vivido, lo ido y,
los sueños de futuro.
Decir
entonces que nace en Santiago de Chile durante el desarrollo, en Europa, de la
Segunda Guerrea Mundial.
Su
formación escolar es pública y laica, liceo Manuel Bulnes y, Victorino
Lastarria.
En
la Pontificia Universidad Católica de Chile, estudia filosofía donde, dicho con
sus propias palabras, cito:…“confirmé mi
desapego a la religión y sellé mi gusto por la poesía”.
El
Golpe de Estado de 1973 significa su exilio, dolorosa diáspora para muchos, México
entonces, su segunda patria.
La
UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México lo acoge como alumno en posgrado,
y como docente.
En
Bitácora.com, Esquivel registra, valga la redundancia, una bitácora o diario de viaje, donde forma y
fondo comulgan en reflexiones y poemas del cotidiano, un blog de Internet que
abarca de junio a diciembre de 2014.
La
tensión permanente entre las dos tierras a las cuales pertenece: la patria de
origen que no recupera no obstante, sus viajes a Santiago de Chile, y su constante información de nuestra
realidad, y la otra, México, escenario
de gran parte de su quehacer profesional, y creativo.
Y
esta tirantez de idiosincrasia y cultura no puede sino ser el manifiesto de
un lenguaje, donde se construye el significado,
y el significante del valor humano.
Esquivel
lo sabe, ¡qué duda cabe!: versa en
sus reflexiones el acto de creación poético así como, implícitamente, tanto en
el poema como en la prosa des-vive, y vive la premisa heideggeriana, cito:… el lenguaje es la morada del ser…
A
través de esta ontología Juan Eduardo construye una patria imaginaria, y a la vez nostálgica, así como los negativos
fotográficos de chilenos, denominación con que Enrique Lihn, bautizara el sentido de los poemas de Bolaño,
en cuya tonalidad, nunca puede aprehender en el presente no obstante,
sentar las bases de una nueva
idiosincrasia, la azteca, y cuyo
raigambre no lo deja ajeno a las convulsiones sociales y políticas de esa
tierra de Octavio Paz, de Juan Rulfo.
Pese
a la distancia geográfica y cultural, Esquivel testimonia palabras al remoto
Chile, cito:…sepan que nunca me fui…,
ironizando la carta magna que nos rige como herencia de la dictadura, aclarando
la diferencia entre la imagen de la patria chilena, moldeada desde el poder, y
la otra historia que no siempre la refleja, o sembrando el escepticismo acerca
de los valores que encumbran nuestras fiestas, ésto, en un poema de llamativo lenguaje,
y cuyo título apelativo es: Ya está weno.
Juan
Eduardo Esquivel reflexiona sobre nuestra “nueva idiosincrasia”, aquella que
creció en el país imaginario, la que
perdió en la memoria, partiendo por el habla coloquial, monosilábica, casi
jergática en el Chile de hoy.
Su
texto En breve alude a ese laconismo
conversatorio, a la premura y a la escasa empatía connacional, a la urbe, la nuestra, crecida tan explosivamente, cito:…convertida en una cantidad de habitantes
apremiados por kilómetro cuadrado…
Del
igual modo, contrapone las identidades al describir costumbres, códigos, sustento alegórico de vida y muerte, creencia
de los antepasados, cito:…“crisol
complejo de naciones con sus lenguas y costumbres ancestrales (…) (68 lenguas y
364 variantes)”.
Esta
diversidad de culturas, subculturas y contraculturas, en opinión de Esquivel,
confluyen por sí mismas y cohabitan y, por cierto, sobresalen- una y otra vez
en sustento ontológico- en la práctica de las conversaciones que el turista no
advierte en un principio: el albur, la apuesta hábil de humor y doble sentido.
Pero
no sólo, en esta poética, rampa la cultura de origen. Juan Eduardo, también enarbola acerca del
nacimiento del universo, desde los supuestos científicos del Big Ban.
Sus
conocimientos de física contemporánea dan pie para sembrar un manto de
escepticismo en relación a las explicaciones teológicas.
La
verdad para el poeta, bien conoce nuestra disciplina, está en el Arte, (verdad,
y belleza, (lo feo y/o lindo). Lo insinúa a partir de una reflexión y texto surgidos
del emblemático film La doble vida de
Verónica, del polaco K. Kieslowski.
La
creación, el destino de los hombres, los alcances de la ciencia y de su ética,
el tiempo en su dimensión subjetiva y la intención de atraparlo en la técnica,
los límites de la razón, la memoria emotiva, la posible vida intra terrena, es
su temática.
Esquivel
la desarrolla. Aborda lo científicos, lo filosóficos lo mitológicos, en un despliegue
ecléctico que nos llama al asombro.
Ahora
bien, su vocación pedagógica no es ajena a estos diarios de ruta, las toca
desde diversos ángulos, sorprenden los poemas intertextuales a partir de los
clásicos cuentos infantiles por su aguda ironía y desmitificación, así como los
temas contingentes que afectan al mundo ya sea por la sobre-explotación de los
recursos naturales, inalienable a este desastre, el neoliberalismo desenfrenado
imperante, la codicia exponencial, como en su reflexión Los cuatro elementos, donde refiere una visita junto a amigos al
Valle de Vil calma, Ecuador, lugar donde el autor se pregunta si en el futuro, el aire, y los cuatro elementos cosmogónicos,
habrán, cito:… sucumbido a manos de las
corporaciones globales y el emprendimiento industrial…
Bitácora.com es una compilación
moderna de crónicas de viajes, viajes del mundo subjetivo y objetivo, nuestra América
Latina, al más puro estilo de los cronistas españoles de la conquista no
obstante, conservar el foco de la
creación estética.
Los
diálogos intertextuales en torno de la literatura, con el Cántico Cósmico, de Ernesto Cardenal; el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca; las
figuras inmortales de Gonzalo Rojas y Antonio Machado, e incluso el film Il Postino, basado en la novela Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta.
Dos
textos de enfático y enrabiado dolor
cierran nuestra Bitácora.cl. Uno, la desaparición de los 43 estudiantes de
Ayotzinapa, tragedia que, desde México
enluta al mundo entero, otro, lápida al posmodernismo en la ciencia de la
historia.
Este
poeta anfibio entonces, tan mexicano como chileno, regresa con una notable obra
que aporta miradas de horizonte más amplios que el de nuestro valle central y
Cordillera del Andes no obstante, su corazón en la tierra matria.
Gracias
Juan Eduardo querido.
Astrid Fugellie Gezan
Poeta