En memoria de Stella Díaz Varín
Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios
Nos tapamos el rostro con un escombro viudo
pero igual vemos el mar y el cielo: los mismos delirios
enraizados
tampoco sabemos que hacer durante el día
salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
donde tú estarás desaprobando ciertas
tampoco sabemos que hacer durante el día
salvo tocar la flauta para que se abra la matriz blasfema
donde tú estarás desaprobando ciertas
sombras, ciertas llamas
o perfumándote para que los salvajes te conduzcan en
medio de una tempestad de
imanes
mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran
mira como en ninguna casa nos reciben, como nos cierran
sus puertas
le temen a tu cabellera, porque tiene el designio de esos
le temen a tu cabellera, porque tiene el designio de esos
padres laberínticos
que no tuvieron piedad de la luz e hicieron un lecho sobre
que no tuvieron piedad de la luz e hicieron un lecho sobre
aberraciones de sal.
Vas engrandecida por cenizas lujosas, por armas de hielo
que te rodean en
círculos
hasta que ninguno de nosotros puede entrar, salvo que tú lo
hasta que ninguno de nosotros puede entrar, salvo que tú lo
quieras
salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca
mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso, nos
salvo que le hagas la señal a la copa y el cielo enrojezca
mientras aquí nos aferramos al polvo jactancioso, nos
quedamos fuera de todo
linaje
mientras la piel atrapa al día y una amenaza de cascara se
mientras la piel atrapa al día y una amenaza de cascara se
cierne sobre el
mundo.
Esos padres laberínticos te están vaciando los ojos,
Esos padres laberínticos te están vaciando los ojos,
infringiendo lo conocido
del agua
quedan escombros viudos al centro de la noche
donde tú estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia
quedan escombros viudos al centro de la noche
donde tú estarás viendo a los pájaros alcanzar la angustia
del fuego
mientras nosotros vemos que hombres y pájaros se han
mientras nosotros vemos que hombres y pájaros se han
quedado para siempre en
ello.
Te tapas el rostro con una roca cubierta
de pelos y te
despides
la misma que te hace odiarnos, la misma que altera las
restauraciones
le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres, pero se
le otorgas a las lámparas la locura de los cadáveres, pero se
la quitas sin
decir nada y resta nada más ver como son las
alas
ahora que ningún abismo le falta a la luz.
ahora que ningún abismo le falta a la luz.
Rodrigo Verdugo
En "Ventanas Quebradas"