Círculo aquelárrico
Dijo: - Los Heraldos Vallejianos, el Hamlet
doloroso y todos los
escritos del hombre y todo lo maldito de Dios logran su
vigencia en esta larga y angosta faja de tristeza.
Noche de brujos
Un ruido semejante al ataque cardíaco de Dios
hizo su aparición entre las hojas:
-La montaña está enojada porque golpea, susurró
el hijo.
-¡Truenos!, gritó el padre.
La madre pensó,
ráfagas.
Donde vivían las hierbas, algo se violentaba.
Acaso alguna bestia tratando de compensar
su hambre.
-No son truenos, dijo el padre.
-No, porque el monte duerme, aseveró el hijo.
La madre que tenía los mejores ojos
concluyó en un grito:
-¡Brujos, son los brujos de la queda!
Algunos iban a pie, otros en enormes celdas
rodantes.
Por entre las arboledas, hurtando vidas,
los cucos se deslizaban con sigilo.
El largoangosto valle de las
lágrimas
1
Y Aucano dijo a Dios: -¡Maldito seas Dios mío,
porque permites
que los brujos del bosque nos flagelen!
Y Dios miró los ojos heridos de los naranjos
soles de la tarde
bajando hacia los ensangrentados ojos del valle.
Con estupor, luego, miró los ojos enrojecidos
de Aucano y dijo:
-Heme aquí junto a ti. ¡Maldito yo, maldito tú,
maldito este largoangosto
valle de las lágrimas!
2
Prosperaban sobre las rocas el Temu, árbol sagrado
del crepúsculo,
cuando, sobre sus ramas se posó el ave. Era la Thenca
que deambulaba
desde las serranías hacia el empedrado de las costas.
Al verlos, Dios suspiró aliviado y penetrando en
la savia del
árbol y en el corazón piadoso del ave dijo a Aucano;
-Heme aquí;
Soy la Thenca y el Temu. Apégate a mí para que
los cucos del
bosque no te hallen.
Y haciendo caso al Consejo, Aucano lo abrazó y su cuerpo se
cubrió de plumas ceniza, manchadas de pardo y de blanco, y
sus miembros de corteza colorada. A su vez, poniéndose el
vestido
del hombre, Dios dijo: -No temas, sé donde esconderme.
3
Los pasos cordilleranos caían abruptamente hacia los verdes
ojos del valle.
La tarde había dejado de existir entre turbios nubarrones
que,
como perros negros enardecían el odio de los brujos en la
búsqueda
sangroendangrentada: -¡Allí está!, -y detonaron sus armas.
4
Agarrado a las cuchillas de los cerros, como extraviado del
cielo y de la tierra, Dios caía de rodillas, mortalmente
herido.
(Los círculos, 1988, 1996.)
En “Croacia/ Chile. Relaciones históricas y culturales”. “Most/ The Bridge, A Journal of
Croatian Literature”. Edición Bilingüe. Zagreb, 2000.