Siddharta (Hermann Hesse)
La novelas de Hermann Hesse
siempre me han enamorado, acaso por su angustiosa búsqueda del “yo profundo”,
acaso por esa subyugante escritura mezcla de lirismo clásico, realismo mágico,
a mi entender, a modo de Franz Kafka o aquel existencialismo que identifica y
desgarra.
Nunca ajena a estas dos
improntas, en aquella hermosa etapa de mi juventud (que tan cara se paga) quizá
por su belleza, recuerdo haber leído por primera vez Siddharta, cuya
textualidad no estuvo ajena al acto del amor. Entonces, recuerdo yo caminaba mi
propia búsqueda en alas (en aquella intersubjetividad del adolescente) de un destino mejor para los hombres.
Ya, cerrando etapas, vuelvo a
releerlo y Siddharta me vuelve a subyugar por los dos motivos antes expuestos y
un tercero: su imperiosa vigencia en un mundo globalizado, donde el modelo
neoliberal ya desatado en su máxima expresión (se debe tomar en cuenta que este
modelo existe desde el S.XII DC) sólo causa inequidad y fratricidio, injusticia
y valores de segunda y tercera mano que nos ponen en jaque desolador.
La alegría que nos produce
contemplar un sistema metafísico, el contento que proporciona ver organizado
espiritualmente el mundo, son actos eminentemente de naturaleza estética, ya
que tienen el mismo origen que el placer, que la satisfacción elevada y, en el
fondo, siempre serena con que obsequia la acción del arte, acción que introduce
orden que da forma, que transparente y abarcable con la mirada, la confusión
caótica de la vida.
Hermann Hesse inició Siddharta en
el año 1919 luego de retornar del oriente, viaje que le dio “una profunda
reverencia por el espíritu en su forma India y en su forma China”.
Hesse demoró cuatro años en
escribir Siddharta a diferencia de Demian que surgió en el periodo de unos pocos
meses en 1917.no fue sino hasta 1922, después de modificar por completo sus
opiniones sobre la India, cuando Hesse finalmente termina esta novela y la
publica.
Siddharta es en esencia un bello
y vívido paisaje del alma; así como Siddartha se entera de la totalidad y
simultaneidad de todo ser –hombre y naturaleza por igual- así también el
desarrollo del alma se expresa por en términos geográficos y, a su vez, el
paisaje se refleja en el rostro humano. El libro consigue una unidad de estilo,
estructura y significado que Hesse nunca llegó a lograr con tal perfección
después de éste.
Claramente la estructura de esta,
para mí, bella novela o “poema índico”,
como el propio autor la define, dado su lirismo simbólico, se divide en tres
etapas que abarcan dos años cada una; la primera parte nace al ámbito del
espíritu del río (río como símbolo de la
fluidez y de la síntesis); la segunda da cuenta de la naturaleza y los sentidos
al otro lado del río y la tercera es aquella que transcurre junto al río y que
representa la síntesis entre naturaleza, espíritu, unidad, totalidad y
simultaneidad de todo ser y en consecuencia, el logro de la plenitud al afirmar
la totalidad del mundo y al aceptarla como parte de sí mismo y al aceptarse a
sí mismo como parte del desarrollo del mundo.
Cito “… y en ese momento sintió,
más profundamente que nunca, la destructibilidad de cada vida, la eternidad de
cada instante…”(“El Barquero” última parte).
Cuando la verdad y la belleza
está presentes en un libro, éste sin duda constituye un regalo donde está
inserta toda virtud , toda justicia, toda bondad y toda nobleza de ánimo
porque, verdad y belleza son recíprocas, porque la belleza sin verdad es una
quimera vacía y, en esta verticalidad de subjetividades y fenómenos radica,
para mí, el verdadero valor de Siddartha, de su seducción, de su notoriedad, de
su necesaria y natural connatural expresión bella de la esencia más íntima, de
sus tensiones, naturaleza emocional que oscila entre contrastes violentos,
entre instinto y espíritu, entre pasión y redención.
Es, es suma, una naturaleza
dinámica que no puede revelarse más que en forma de belleza, de poema… y
creación de la verdad que no puede ser más que algo muy personal, algo que
convence por la fuerza de su carácter vívido y sufrido y que hace que en el
instante de finalizar su lectura, desde las regiones más recónditas del alma,
un sonido, una sílaba de pronto silve y haga musitar aquel sagrado y misterioso
“Om” que significa “lo perfecto”, “la realización”.
Cito “…¡Om!y volvió a tomar conciencia
de Brahma, de la indestructibilidad de la vida y de todo lo referente a la
divinidad, que ya había olvidado.
Sin embargo, aquello sino un
instante como un relámpago. Siddharta se dejó
al pie del cocotero, abatido por la fatiga, y murmurando la sílaba
sagrada, apoyó su cabeza sobre las raíces del árbol y sumióse en un profundo
sueño” (“A orillas del río” última parte).
1.- Verdad como sinónimo que
siempre será de carácter subjetivo y nunca universal.
2.- Belleza como lo bello y lo
feo, en lo feo tómese en cuenta las “Pinturas Negras” de Goya, “Autoretrato” de
Vincent Van Gogh, “La Cantina” de José Guadalupe Rosada, “El Grito” de Edward
Munch, etc.
Astrid Fugellie Gezan
Poeta.
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