Mientras los hombres duermen
-yo no sé si las tiene
María-
no
he mirado sus ojos de cerca
no
he mirado sus manos de día
sin
embargo,
como
grietas oscuras,
sus
ARRUGAS INTERNAS se oyen
hasta
el fin de la queda torcida:
su
ilusión se alejó como el agua,
como
el agua de un parto sin cría, y
le
lloran
ay
cómo gritan,
sus
ARRUGAS DE TRAJESCONDIDO
mientras
duermen los hombres lindantes
mientras
duermen, o
no
duermen.
Astrid Fugellie Gezan
Del libro Las Jornadas del Silencio,
EDITORIAL NASCIMENTO, 1984.
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