En la mitad del campo aún apenumbrado
una casa se dora de pronto y un almendro en flor,
se enciende, solo, revelando a mis ojos
la inminencia del sol.
Y un árbol solemne, más alto entre los árboles,
se incendia y en su masa de verdor luminoso
el viento matinal rosado y frío
hace temblar un crespo desorden,
una ola de felices detalles.
Los olivos en tanto, van naciendo, creciendo,
con su fina silueta nebulosa de plata.
Se revela, callada, la rosa de Judea.
Se revela el rizado esplendor de los pinos.
El contorno de las cortinas se revela.
Todas las cosas en luz y sombra se definen.
Cada fragmento empieza a vivir su propia forma.
Y se hace la demostración de cada hipótesis.
Ya se distingue cada objeto.
Ya cada hoja puedo distinguir.
Ya no se puede dudar más...
Los nombres se han posado definitivamente sobre las cosas.
Y lo que está a punto de ser se declara, se aclara y aparece...
Paul Valéry
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