HOMILÍA
I
Ángeles extraños me sepultan, gesto
oxidado,
segundo dios.
II
Así cantamos las difuntas, una cruz en
la
boca, un violín sobre el grito.
III
Castigada
fui del placer, la muerte al
fondo
de la vida.
IV
Preferiría
no haber tocado la obertura
preferiría
haberle tocado
nunca.
V
Pilares voltejean-me
donde zagales
dormitan, así,
negase tres veces a
los cristos.
VI
Hay
lágrimas en el desamor, malhumor
en
los rostros que despiden:
VII
-¡Extravíense del silencio, silencio de
silencios
curioso rezo, curioso raro
rezo!.
VIII
Enconan los juncos del asfalto sin una rosa
sin
un lirio negro.
IX
Cuervos se
perfilan por vitrales, aves
bajo
el altar y, en un atardecer que sirve
para
rezar y, a duras penas rezando:
juncos
húmedos
rosas
extrañas
ausente
lirio negro.
X
Abatidos se
quiebran ojo y párpado
mirando:
la
iglesia niega el hecho y dios, ciega.
XI
El
mal agüero vaga bajo sombras como
oruga,
iglesias
en blanco y negro omiten decir:
-muerto
ha dios.
XII
¿Qué
sucede-nos a los ambiguos, muerta yo
moriré
entre
Ave
Marías?
XIII
Así,
lengua inútil
viví, hasta el alma hipotecada y,
en la pobreza
recosté mis carenciados huesos.
XIV
Por
ahora,
abandonen
los deudos el lugar donde yazgo.
XV
No
soporto véanme resucitar,
al
tercer día.
CÓMO BUSCAS
INFRUCTUOSAMENTE LA
FONÉTICA
a
Los ladridos ladren
tendidos, bajo algún
arco iris oculto.
b
El
sermón de los perros dibuje sílabas,
rueden
los sedientos.
c
Y
qué dicen los hombres en jaulados,
cuando
toda palabra agoniza.
d
La
jauría deshace al perrero, el
arroja
perros enlutando los senos de
la
lengua.
e
Rudos
sonsonetes caen, lluvia quedada
sobre el
adverbio.
f
La tragedia
es prólogo del recién venido
y la tristeza
jamás de instantes.
g
La
muerte dice silencio y, todo se hace
prescrito.
h
Los
hocicos presienten al amor hecho
añicos.
i
Por fin,
los ladridos inicien
el canto huido.
j
Dirán
más, que toda palabra.
Astrid Fugellie Gezan. “BAÚL, ANTOLOGÍA II, 40
años de poesía inédita 1973-2013”.
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