En relación a
la formación pedagógica de los educadores, en cuanto sujetos de palabra y
emoción, Osorio Marques señala que es preciso articular tres dimensiones. La
primera de ellas es la hermenéutica. La lectura del micro y macro mundo de la
educación y de la sociedad significa interpretar los sentidos de las prácticas
de los participantes del proceso educativo. Exige relaciones de
intercomunicación entre educadores y estudiantes; se trata de examinar los
límites y posibilidades de nuestras acciones, vis a vis a los otros y al poder.
Es un discurso terapéutico, de comprensión de las prácticas educativas, pero
también de los mundos de los sujetos del proceso educativo. Trata de revelar el
sentido del mundo de lo vivido. Es una dimensión deconstructiva- reconstructiva
de la práctica pedagógica. Significa reconstruir el sentido del “desmontaje”
del mundo vivido y la composición, a modo interpretativo, del mundo nuevo. Es
una lectura de lo real en busca de horizontes y novedades que abre a los
sujetos a una reflexión crítica y abierta a los desafíos de un nuevo actuar
comunicativo y político, ético y estético.
La segunda
dimensión es la crítico- reflexiva. Esta no es, por sí misma, una lectura
interpretativa de los sentidos contenidos en las subjetividades individuales y
colectivas; es la búsqueda intencionada del sentido que se le quiere imprimir a
las acciones a través de un proceso reflexivo que produzca esclarecimiento y
emancipación. Produce una confrontación práctica con el mundo de los valores y
con los planos de coordinación de la acción colectiva, de los movimientos
sociales, del sistema de actores sociales. Introduce hacia la formación del
sentido y del actuar político y de la construcción de ciudadanía.
La lógica
reflexiva- crítica no es la de un observador externo. No estamos hablando de la
concientización que hace un “concientizado” a un “no concientizado”. Es una
autoreflexión que debe recuperar las dimensiones perdidas entre saber práctico
y actuar moral, entre desarrollo personal y acción política, entre necesidad y
estética, entre dominio técnico y utopía. La reflexión crítica debe actuar como
racionalidad integradora y holística, tal como lo planteábamos al presentar el
nuevo paradigma de la complejidad en educación o de la neomodernidad, como le
gusta llamarlo el colega Osorio Marques.
Por último,
propone la dimensión instrumental. Ésta se funda en la racionalidad
instrumental de control técnico de los procesos objetivados. En este plano, el
interés fundamental es tecnológico- estratégico, de manipulación del sujeto
sobre el mundo. Busca el rendimiento en términos de un lenguaje conducido por
reglas formalizadas, a través de las cuales se organiza la experiencia con
criterio de éxito.
Incumbe
también a la pedagogía asumir las contribuciones de la racionalidad
instrumental en los siguientes aspectos:
-
En lo que se refiere a los saberes y técnicas
útiles en el mundo de la vida, en la esfera de las culturas y economías
locales.
-
En lo que se refiere al patrimonio del saber
científico sistematizado cuyos contenidos deben ser trabajados a nivel de
currículum explícito.
-
En lo que se refiere a las ciencias que tratan
de las condiciones de la educación (biología, psicología, etcétera) y al uso de
tecnologías apropiadas, materiales de estudio, procedimientos de gestión y de
trabajo profesional. Sin embrago, en todos estos casos será preciso formar al
educador para la comprensión crítica de los saberes instrumentales y para la
ubicación en su historicidad (1).
Jorge Osorio, secretario general de CEAAL
NOTAS
(1) Osorio
Marques, Mario. Pedagogía. A ciencia do
educador, Editora UNIJUI, Ijuí, 1990, pp. 15 y ss.
En “La construcción de las políticas educativas en América
Latina: Educación para la democracia y modernidad crítica en Bolivia, Chile,
México y Perú”, Verónica Edwards Risopatrón; Jorge Osorio Vargas, comps. CEAAL
y Tarea. Lima, 1995.
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