La Maga se interroga ante la confusión: - ¿Por cuál autopista me dirijo? Planteado el enigma asoma el
laberinto. Instalados en la puerta de entrada, la única pregunta posible: ¿Qué
tipo de llave necesita una maga ante tantos caminos?
¿Llave de entrada?
¿llave maestra?
¿llave
inglesa?
¿llave
dorada?
¿llave rota?
¿llave de salida?
¿llave ganzúa?
¿llave ciega?
¿llave negra?
¿llave
perdida?
¿llave
de sol?
Atentos a la advertencia: ninguna puerta tiene cerraduras, la perplejidad nos congrega al
caos original donde la magia ha naufragado. En
las costas del Universo de los universos se hacen visibles los cuatro
elementos esenciales que abrirán a otras preguntas para emprender la travesía
junto a las magas Pía, Paz, Marjorie y la misma Astrid, quien manifiesta su
sorpresa ante la hazaña de llegar viva a
la muerte; cita a la que han acudido el bien y el mal, hombre y mujer: con este advenimiento de la noche y el día
que permitió se hiciera la eternidad; cielo y tierra, interior y exterior, maga
negra y maga blanca, que dejando a su
dios, el de los cuatro ojos siderales, se hizo a la vida para conocer al diablo.
En Llaves para una
maga, Astrid Fugellie completa los elementos simbólicos de su libro “Los
círculos”, publicado el año 1989. Desde los círculos a las llaves, la autora
crea un universo poético único, de manera que ambos libros, siendo
independientes, deben leerse y entenderse como una globalidad en que uno
ilumina al otro, le renueva el sentido y lo potencia: La maga dijo: -Astrid, el mundo es un “pudridero” y la vida, a lo más
un círculo que da vuelta y se repite eternamente.
Muchas puertas abren cada una de estas llaves: la historia
cotidiana, el misterio, lo trascendente, la belleza, el poderoso lenguaje, y
también la historia real y concreta de nuestro país; esa fatalidad que el poema
registra con su observación profunda y nos pone en consonancia con el
padecimiento colectivo: La tinta / la
tinta que historia / la historia que no ha sido impresa / la historia negra
da cuenta del acontecer de años crueles que nos llenaron de heridas y muertos: ¿Qué opinas del osario clandestino? / ¿Cuál?
/ El del patio 29 / Felicito a sus buscadores de cadáveres / ¿Y qué haya dos muertos por urna? / ¡Qué
economía más grande!.
Y aunque la llave no
simboliza otra cosa que el deseo de Dios, como advierte de manera notable
la autora, necesariamente regresamos al punto de partida con los ojos agotados por la vida. Y sólo entonces lo sabemos: la
única llave que puede necesitar una maga es la poesía, y la llave que necesita
el lector es la que nos entrega la magia con este libro.
Teresa Calderón
Prólogo a “Llaves para
una maga”, Astrid Fugellie Gezan. Editorial La Trastienda, Santiago, 1999.
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