Nuestra
Señora lloraba en las cuencas del cielo
y
el Divino Cordero preguntó:
-¿A
qué vienen tus lágrimas?
Entre
suspiro y suspiro la Virgen
repuso:
-Siento
dolor hijo mío.
Y
el Cordero de Dios insistió a María:
-¿Te
duele el pecho, los medios pechos, acaso?
Mirando
la Inmaculada
al Nazareno
señaló
sus mamas fláccidas
y
como volviendo a la misma canción, dijo:
-Mira
Jesús, cuando te amamantaba
el
dolor era tan dulce
que
hizo jubilosa mi lactancia.
Después,
cuando el pan y el vino fue necesario a
tu
cuerpo
y,
mi jugo se enquistó por abundante,
apreté
el pezón de mis pechos y los derramé,
en
nombre tuyo y del espíritu,
por
toda la vía láctea.
Como
ves, concluyó la ingenua, hace siglos
que
no duelen.
Entonces,
interrogó
el torturado en su cruz:
-¿Por
qué lloras?
Astrid Fugellie
de
Los Círculos, “Círculo Inmaculado”, 4ª Edición, EDITORIAL LA TRASTIENDA ,
Santiago, julio.2013.
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